El Valentino de Magdalena de Suecia

Como ya sabréis, el pasado sábado se celebró el enlace de la Princesa Magdalena de Suecia con su prometido Chris O´Neill. Sin duda, y tras las imágenes televisadas, la hija menor de los Reyes de Suecia y el empresario protagonizaron una preciosa celebración. Pero quien, también, se llevó el protagonismo ese día fue el vestido de la novia, que por algo, es el secreto mejor guardado en toda boda.

Valentino Garavani fue el encargado del diseño vestido. El diseñador creó un vestido de organza en seda plisada con encaje de Chantilly en color marfil. En la parte superior del cuerpo y en las pequeñas mangas, el encaje toma protagonismo, mientras que el escote barco se pronuncia un poco más en la espalda. Pequeños pliegues verticales se abren en la falda, de corte evassè, lo que resalta la cintura. El ruedo termina con un amplio volado y una cola de cuatro metros cubierta por un velo también de organza de seda rematado con pequeño encaje de flor de azahar y point d'esprit.

La Princesa fue en todo momento con el rostro descubierto, luciendo un precioso velo bordado en encaje, una reliquia de la familia Bernadotte heredada de la Reina Sofía. Para sujetarlo, usó su diadema favorita, la diadema del rey Gustavo, ya que fue un regalo de su padre, el rey Carlos Gustavo, a la reina Silvia por su décimo aniversario en 1986. Alrededor de la diadema, la princesa llevaba pequeñas flores de mirto blanco del palacio de Ulriksdal, siguiendo la tradición de las damas de la familia real sueca que siempre llevan flores de este mirto en su ramo de novia o en su pelo. 

Los zapatos de la novia, por su parte, llevaban el mismo bordado que su velo.

Lució unos grandes pendientes de diamantes en forma de lágrima y un brazalete a juego.

En cuanto al peinado y al maquillaje se encargaron Rick Ljung y Sara Denman. La Princesa optó por un recogido de novia clásico, un moño bajo que dejaba descubierto su rostro. El maquillaje sencillo y natural, fue un gran acierto.

Por último, a una novia no le puede faltar su ramo. Magdalena escogió un ramo de novia romántico salpicado del encanto de las rosas blancas, símbolo de pureza y del amor eterno. En concreto el ramo incluía rosas de los jardines de Austinros, Schneewitchen y la Catedral de Winchester. Completaban el ramo alabastro y lirios del valle y el mirto tradicional de Sofiero. Todas las flores son de color blanco y el ramillete está ligado de forma circular.

Para mí, el vestido era precioso, no hubiera cambiado nada del estilimo, simplemente, iba perfecta. A mí, ya solo me queda decir: ¡QUE VIVAN LOS NOVIOS!

Y a vosotras ¿Qué os pareció el Valentino de Magdalena de Suecia? 

Mil besos,

Ana

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